jueves, 30 de enero de 2025

Prólogo

 Lo que es un mito, tiene aspecto de verdad; lo que se ha asumido como cierto de conformidad con relatos religiosos y narraciones históricas, se asemeja más a mito; y lo real es que la historia oficial, bajo la lupa de las investigaciones de los buscadores de la verdad, es una historia inventada.

A la humanidad la han manipulado sus propios guardianes, los que por sí mismos son la muestra de que el bien y el mal coexisten como parte del todo. En las distintas mitologías no todos los dioses aparecen alineados en la visión del destino de la humanidad y eso fue parte del motivo de las guerras cósmicas descritas en los mitos conocidos.

La manipulación a la que ha estado sometida la humanidad se sostiene sobre la perpetuación del fenómeno de la dualidad, lo que se traduce en un interminable conflicto que impide alcanzar la unidad interior. La batalla entre el bien y el mal es en sí misma una ilusión y el hecho de no captar eso es lo que nos vincula con un bando y con la mitad de la verdad. La verdadera libertad espiritual no implica elección sino integración de todos los aspectos de nuestra naturaleza. El objetivo no es elegir el bien sino superar la dualidad porque la luz y la oscuridad son partes necesarias del todo. El bien no puede abstraerse del mal (no tiene sentido la existencia de luz sin oscuridad) y la vida no termina con la muerte porque todo es un continuo fluir de energía. Creación y destrucción son dos caras de la misma moneda y el universo es un tejido compuesto de fuerzas opuestas que coexisten y no accionan la una sin la otra. El caos mismo es necesario para la transformación.

Es costumbre venerar la luz y temer a la oscuridad, pero esta última es parte de la humanidad a través de entidades que influyeron en la historia desde las sombras, como dioses que la historia pretendió ocultar y olvidar, pero que mantuvieron su influencia en el anonimato. El bien y el mal no son opuestos irreconciliables sino los polos necesarios para la existencia de la creación tal como es.

El dios principal del plano material es el demiurgo, un dios secundario, imperfecto, incompetente, ruin y limitado que intenta hacer creer que es el único dios y de naturaleza bondadosa, pero es reconocido en la sabiduría gnóstica como Yavé (Jehová), el dios del antiguo testamento, un dios capaz de someter al sufrimiento a su propia creación solo para su complacencia en nombre de una evolución que beneficia al alma, pero perjudica al espíritu.

El Dios Supremo es de naturaleza pura y antimaterial, de carácter incognoscible para quienes tienen la “desgracia” de seguir atrapados en la materia creyendo que esta es la única realidad. Su esencia es tan vasta que no puede ser contenida ni comprendida dentro de este universo. La materia es corrupta por naturaleza y es el paraíso del mal, pero el mal tiene un propósito y es digno de crédito.

El propósito del mal es alentar la búsqueda de la verdad y la reconexión con la fuente en ciclos de caída y ascenso. El tiempo es una ilusión producto de la desconexión con el origen y es el fenómeno que permite perpetuar la ilusión de la realidad material a través de la reencarnación.

A través de los siglos, distintas civilizaciones confluyen en la existencia de una era dorada y el registro de una caída al mundo material, lo que en el cristianismo corresponde con el exilio desde el jardín del Edén. Hiperbórea, Atlántida y Lemuria representan el arquetipo de lo que la humanidad perdió y anhela recuperar con la reconexión espiritual. Los relatos de un pasado glorioso y la descripción de las luchas de todos los tiempos conminan a superar el exilio espiritual y a lograr trascendencia a través de la recuperación del yo absoluto y el desvanecimiento del yugo del demiurgo.

Antes del dominio de las religiones cada civilización tenía su agrupación de dioses a cargo del destino de los seres humanos, cada dios dotado con poderes extraordinarios objeto de reverencia y miedo por parte de sus cultores. Los nombres y los detalles de los relatos cambian, pero no el núcleo, y los une el hilo de la asombrosa similaridad a pesar de las distancias y los siglos de por medio.

Enki de los sumerios, Anubis de los egipcios, Odín de los nórdicos europeos y Quetzalcóatl de Mesoamérica, entre muchos otros, fueron relegados al olvido con la imposición del monoteísmo, pero todos dejaron un legado para la humanidad mediante símbolos y mensajes que prevalecen a través de algo más que los mitos.

No bastó con la quema de bibliotecas para borrar la historia porque inscripciones antiguas hechas en tabillas de arcilla sobrevivieron al fuego vandálico y se rescataron a través de descubrimientos arqueológicos que brindaron información fascinante sobre los dioses de antaño, los cuales eran del plano físico, convivieron con los humanos y no manifestaron decoro alguno al exhibir sus debilidades y defectos y tampoco mostraron mayor sabiduría al actuar con crueldad tras el conocimiento y poder que ostentaban.

Los humanos de entonces los consideraron dioses y con el paso de los siglos los catalogaron de ángeles o demonios según su naturaleza y algunos de ellos fueron reconocidos como ángeles caídos. Lo que se ha enseñado por los siglos de los siglos es falso y es cada vez menos creíble ante la creciente evidencia de que la historia escrita no es cierta y ha sido manipulada para retrasar el despertar espiritual de la humanidad. La historia narrada a lo largo de los siglos es una invención, una mentira que ha moldeado el mundo desde sus inicios y hasta la narración bíblica despojada de todo contexto encubre la verdad. Las religiones tienen una raíz común con una historia pendiente por reescribir.

Todo lo experimentado por esta humanidad ha ocurrido por cuenta de guerras cósmicas que han causado la caída del ser humano al plano de la expresión de la dualidad y la desconexión espiritual, lo que inexorablemente conlleva el esfuerzo consciente para lograr la reconexión y el ascenso de regreso al origen con la consecuente integración de las naturalezas masculina y femenina, libres de la interferencia de los seres reptilianos.

El interés en la Tierra por parte de tantas razas estelares, entre otras razones, radica en que este lugar a diferencia de otros planetas y sistemas habitados tiene la capacidad de sostener todas las dimensiones. La Tierra es un planeta multidimensional muy importante dentro de la hermandad galáctica y debido a eso está custodiada desde Sirio, las Pléyades, Orión, Venus, Antares y Arcturus, bajo mínima intervención en virtud del respeto al libre albedrío en el planeta. La Tierra ha sido más que un atractivo y grandioso santuario para desplazados cósmicos. Es una gran promesa de esplendor para todas las razas que acoge en su seno.

El universo es un ser vivo y consciente y como parte de éste la Tierra es una biblioteca viviente con el registro de lo ocurrido a través de todas las eras de la humanidad, en espera del momento oportuno para revelarse en función del plan cósmico, lo que implica develar la verdad oculta en la memoria planetaria. Que así sea.

Indice

 

Prólogo

Sumeria y los Anunnaki

El libro perdido de Enki

Lemuria y los pleyadianos

Los reptilianos y el caos

La guerra estelar de Orión

Hiperbórea y todas las razas

La luna, construcción artificial

La Tierra hueca

El fruto prohibido

Lilith, la rebelde

Caín y Abel

La torre de Babel

Abraham, la conexión

Moisés, engranaje del plan

La India, el eslabón perdido

El libro de Melquisedec

Salomón, rey sabio

El ascenso de un dios

Egipto, la trampa

Hágase la luz

La gran conspiración

Jesús, ¿extraterrestre?

Seguidores en el exilio

María Magdalena

La caída de Sofía

Judas, el incomprendido

Micael, el eje central

Abraxas, el arconte supremo

Saturno, el sol negro

El poder de los arcontes

Los dioses del olimpo

El imperio romano actual

El descubrimiento de América

Mitologías en América

La orden rosacruz

La orden illuminati

El Kybalión

El libro de Enoc

El libro de Urantia

Tartaria, borrada del mapa

El juicio contra Yavé

Epílogo

 

Prólogo

  Lo que es un mito, tiene aspecto de verdad; lo que se ha asumido como cierto de conformidad con relatos religiosos y narraciones histórica...